Es el proceso de controlar plagas de insectos y artrópodos, tanto voladores como rastreros por medios químicos, mecánicos o con la aplicación de medidas de saneamiento básico.
Los tratamientos se sustentan en la aplicación de insecticidas piretroides, larvicidas, cipermetrinas fotolábiles, baraticidas en gel, reguladores de crecimiento, organofosforados, neonicotinoides y otros, en pisos, paredes, cielos, guardapolvos, campanas, bajo y tras de cocinas y lavaplatos, bajo desagües de artefactos, mesones de corte, despensas, etc. para el control de plagas voladoras (moscas, abejas, tábanos, polillas, zancudos, etc.) y rastreras (hormigas, arañas, pulgas, baratas, cucarachas, ácaros, etc.).
Las operaciones anteriores se efectúan con las máximas precauciones, dependiendo de las zonas a tratar, con el fin de no incomodar a los posteriores usuarios. Los productos utilizados son inodoros al transcurrir 90 minutos y ninguno de ellos mancha o corroe.